Historia
Cuando desde España llegaron a las tierras americanas las huestes conquistadoras que estaban al mando del Mariscal Jorge Robledo, él, con sus soldados, y hasta la región hoy denominada Cañasgordas, esta zona estaba habitada por aborígenes de la etnia de los Catíos. Estos indígenas solían vivir esparcidos por entre los bosques y las vertientes de las montañas buscando un buen clima. Incidentalmente hay que anotar que estas tribus se alimentaban especialmente de la caza y la pesca, a las cuales eran particularmente adictos, y sin mucha afición por la agricultura.
Como dato de interés cabe destacar las anotaciones de un sacerdote Carmelita, por entonces misionero en estas tierras de América, quien acota cómo el dialecto de los Catíos, en especial debido a sus palabras mayoritariamente agudas, no poseía ninguna semejanza con los demás dialectos de las distintas tribus aborígenes prehistóricas de todo el continente.
Este sacerdote, según los artículos publicados en la Internet en “Monografías de Antioquia”, sección Cañasgordas (ver referencia al final de este comentario), afirma que respecto de este dialecto catío se ha hallado una semejanza con el idioma Vasco debido a la formación particular de las palabras que tiene este hablar, y a la caprichosa independencia de sus raíces.
Las tribus de los Catíos moraban en bohíos pajizos toscos elevados del suelo hasta dos metros para evadir las plagas de insectos y demás animales propios de la región; esta etnia construía además en las espesuras de los bosques para evadir la furia del calor solar. Gustaban de las vegas de los ríos donde la caza, la pesca y el transporte fluvial se les hacían más obvios. Respecto de la agricultura, sin embargo, los catíos se dedicaban prácticamente sólo al cultivo del tabaco, pues se sabe que fueron grandes fumadores, y también, cultivaban maíz para fabricar chicha, con la cual se emborrachaban ritualmente y de continuo en medio además de fenomenales orgías.
Fueron éstos, más o menos, los personajes que encontraron los conquistadores españoles en este territorio. El paraje de Cañasgordas se demoraría hasta junio de 1782 para recibir el título de "Parroquia", la cual se denominó en esos tiempos "Parroquia de San Carlos de Cañasgordas". Solamente después de 41 años de establecida, esta parroquia fue erigida como distrito municipal.
Aún hoy, 2007, persisten por estas tierras residuos catíos que rehúsan ser absorbidos por la llamada "civilización occidental".
Generalidades
La fundación de Cañasgordas aconteció en 1776, y su erección hasta la categoría de Municipio, en 1823. Cuenta el distrito con su cabecera y cuatro corregimientos, Juntas de Uramita, San Pascual, Cestillal y La Balsa, y con 66 veredas como Aguada, Buenos Aires, Guadual, La Balsita, San José, El Canelito, La Estrella, San Luis del Café, Madero, Naranjos, Juan Gómez, Macanal, La Unión y Ciriguán.
El municipio se comunica por carretera con Medellín, San Jerónimo y Santa Fe de Antioquia. Su nombre, "Cañasgordas" fue utilizado por los españoles para denominar la región respecto de las guaduas de gran tamaño que allí abundaban. Inicialmente, sin embargo, esta población se llamó San Carlos de Cañasgordas. También ha llevado los nombres de Miramar y Balboa.
El apelativo del municipio es Paraíso para propios y visitantes.
Cuando desde España llegaron a las tierras americanas las huestes conquistadoras que estaban al mando del Mariscal Jorge Robledo, él, con sus soldados, y hasta la región hoy denominada Cañasgordas, esta zona estaba habitada por aborígenes de la etnia de los Catíos. Estos indígenas solían vivir esparcidos por entre los bosques y las vertientes de las montañas buscando un buen clima. Incidentalmente hay que anotar que estas tribus se alimentaban especialmente de la caza y la pesca, a las cuales eran particularmente adictos, y sin mucha afición por la agricultura.
Como dato de interés cabe destacar las anotaciones de un sacerdote Carmelita, por entonces misionero en estas tierras de América, quien acota cómo el dialecto de los Catíos, en especial debido a sus palabras mayoritariamente agudas, no poseía ninguna semejanza con los demás dialectos de las distintas tribus aborígenes prehistóricas de todo el continente.
Este sacerdote, según los artículos publicados en la Internet en “Monografías de Antioquia”, sección Cañasgordas (ver referencia al final de este comentario), afirma que respecto de este dialecto catío se ha hallado una semejanza con el idioma Vasco debido a la formación particular de las palabras que tiene este hablar, y a la caprichosa independencia de sus raíces.
Las tribus de los Catíos moraban en bohíos pajizos toscos elevados del suelo hasta dos metros para evadir las plagas de insectos y demás animales propios de la región; esta etnia construía además en las espesuras de los bosques para evadir la furia del calor solar. Gustaban de las vegas de los ríos donde la caza, la pesca y el transporte fluvial se les hacían más obvios. Respecto de la agricultura, sin embargo, los catíos se dedicaban prácticamente sólo al cultivo del tabaco, pues se sabe que fueron grandes fumadores, y también, cultivaban maíz para fabricar chicha, con la cual se emborrachaban ritualmente y de continuo en medio además de fenomenales orgías.
Fueron éstos, más o menos, los personajes que encontraron los conquistadores españoles en este territorio. El paraje de Cañasgordas se demoraría hasta junio de 1782 para recibir el título de "Parroquia", la cual se denominó en esos tiempos "Parroquia de San Carlos de Cañasgordas". Solamente después de 41 años de establecida, esta parroquia fue erigida como distrito municipal.
Aún hoy, 2007, persisten por estas tierras residuos catíos que rehúsan ser absorbidos por la llamada "civilización occidental".
Generalidades
La fundación de Cañasgordas aconteció en 1776, y su erección hasta la categoría de Municipio, en 1823. Cuenta el distrito con su cabecera y cuatro corregimientos, Juntas de Uramita, San Pascual, Cestillal y La Balsa, y con 66 veredas como Aguada, Buenos Aires, Guadual, La Balsita, San José, El Canelito, La Estrella, San Luis del Café, Madero, Naranjos, Juan Gómez, Macanal, La Unión y Ciriguán.
El municipio se comunica por carretera con Medellín, San Jerónimo y Santa Fe de Antioquia. Su nombre, "Cañasgordas" fue utilizado por los españoles para denominar la región respecto de las guaduas de gran tamaño que allí abundaban. Inicialmente, sin embargo, esta población se llamó San Carlos de Cañasgordas. También ha llevado los nombres de Miramar y Balboa.
El apelativo del municipio es Paraíso para propios y visitantes.
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